Una de las funciones más complejas y apasionantes para un preparador físico, puede ser la de controlar el rendimiento físico de sus jugadores a lo largo de toda una temporada. En un deporte colectivo como el fútbol, el resultado de cada partido está condicionado por multitud de variables. En este contexto multifactorial, no parece muy riguroso asociar el resultado del partido al nivel de rendimiento físico mostrado por los jugadores. Es más, en muchísimas ocasiones los jugadores pueden ser capaces de rendir a un elevado nivel, y encadenar resultados negativos, y a la inversa. Sin embargo, cualquier entrenador seguro desea que su equipo sea capaz de rendir desde el punto de vista condicional al máximo nivel durante toda una temporada competitiva. Por eso, los preparadores físicos debemos ser capaces de recolectar y analizar la información apropiada que nos permita saber cuál es la evolución del rendimiento físico de nuestros jugadores, y utilizar dicha información en la programación y planificación de los contenidos de entrenamiento para los siguientes ciclos de entrenamiento.
Pero antes que nada, deberíamos plantearnos la siguiente pregunta: ¿Cuándo alcanza un jugador un elevado nivel de rendimiento físico? Se podría decir que un jugador ha tenido un buen nivel de rendimiento físico cuando ha sido capaz de satisfacer de forma óptima y con la menor fatiga posible las demandas físico-fisiológicas requeridas por el sistema de juego empleado por su equipo y por el del adversario, durante los 90 minutos del partido, y habiendo superado todas las circunstancias climatológicas, contextuales, psicológicas y físicas que se hayan presentado. Esta propuesta, intenta ir más allá del planteamiento clásico de asociar el nivel de rendimiento físico de un jugador única y exclusivamente a determinadas variables mecánicas como la distancia total recorrida durante un partido (Helgerud, Engen, Wisloff, & Hoff, 2001), la distancia recorrida a alta intensidad (Impellizzeri et al., 2006), o el número de sprints realizados (Helgerud et al., 2001). Y es que los valores de esas variables podrían estar condicionados por la posición que ocupa el jugador en el sistema de juego (Di Salvo et al., 2010; Di Salvo et al., 2007) o determinadas variables contextuales como por ejemplo el resultado parcial del partido o el jugar como local/visitante (Castellano, Blanco-Villasenor, & Alvarez, 2011). Es decir, nos encontramos con un número importante de variables, de diferente naturaleza, que pueden condicionar la respuesta física de los jugadores en los partidos (y por tanto ¿el rendimiento físico?). Desde esta perspectiva, puede ser que un jugador haya recorrido menos distancia a elevada intensidad en la segunda parte del partido, porque su equipo jugó replegado intentando defender un resultado positivo conseguido en la primera. ¿Cómo valorar todo esto? ¿Cómo fue el rendimiento físico de ese jugador? ¿Acaso fue malo por recorrer menos distancia a elevada intensidad en ese segundo período?
Una sencilla pero interesante propuesta podría ser preguntar a los jugadores como se han sentido durante el transcurso del partido: si han sido capaces de satisfacer con solvencia las demandas de la competición o por el contrario han sufrido para conseguirlo, o incluso se han visto incapaces. A veces, estamos tan centrados (y “obsesionados”) en la búsqueda de la compleja información que nos proporciona la tecnología, que olvidamos utilizar las herramientas más sencillas, como por ejemplo la comunicación con el jugador. Sin embargo, gracias a la comunicación se puede controlar de forma válida y fiable la carga de entrenamiento por medio de la percepción subjetiva del esfuerzo (Impellizzeri, Rampinini, Coutts, Sassi, & Marcora, 2004), y obtener información del nivel de recuperación de nuestros deportistas mediante diferentes escalas (Brink, Nederhof, Visscher, Schmikli, & Lemmink, 2010) o cuestionarios (McLean, Coutts, Kelly, McGuigan, & Cormack, 2010). Estos cuestionarios pueden tener el inconveniente de la subjetividad en las respuestas por parte de los jugadores. No obstante, el uso habitual de estas herramientas y el conocimiento por parte de los jugadores de sus beneficios podrían ayudar a aumentar la fiabilidad y validez de dichas valoraciones.
Por todo ello, en este post se propone la “Encuesta de valoración subjetiva del rendimiento físico post-partido” (Tabla 1). En ella, el jugador debe contestar a 5 preguntas relacionadas con el rendimiento físico, a los 30 min de finalizar el partido. Cada pregunta tiene 5 posibles respuestas que están puntuadas entre 1-5, representando 1 el peor nivel de rendimiento posible y 5 el mejor para cada una de ellas, y con incrementos de 0.5 puntos. La puntuación global se obtiene sumando la puntuación de las 5 preguntas. Tan solo los futbolistas que hayan jugado los 90 min del partido pueden completar la encuesta (habitualmente 7 jugadores de campo cada partido) y por tanto ser tenidos en cuenta en el análisis.
Tabla 1. Encuesta de valoración subjetiva del rendimiento físico post-partido
¿Significa esto que no se debe perder tiempo en recolectar información de la carga externa soportada durante la competición? Para nada. La información proporcionada por este tipo de encuestas, es una información COMPLEMENTARIA, y como tal debe ser usada. Hay muchos indicadores mecánicos que pueden proporcionar interesante información para valorar el rendimiento físico, como por ejemplo las secuencias de sprint repetidas (Buchheit, Mendez-villanueva, Simpson, & Bourdon, 2010; Suarez-Arrones et al., 2014) o las secuencias de aceleración repetidas (Barbero-Alvarez, Boullosa, Nakamura, Andrin, & Weston, 2014). Un descenso en estas variables conforme avanza el partido, podría estar asociado a descensos de rendimiento físico y fatiga. La utilización de esta encuesta, podría ayudar a aclarar si ese descenso en las mencionadas variables se produce por incapacidad del jugador para mantener las exigencias de la competición o por otras causas.
Es evidente que la labor del preparador físico debe ser la de preparar a sus jugadores para alcanzar un alto nivel de rendimiento físico cada jornada. Éste, es un reto tan apasionante como complicado, pues las demandas físico-fisiológicas de la competición no son estables a lo largo de un partido, pudiendo haber fases del partido (o incluso partidos) de altísima intensidad y otras fases (o incluso partidos….) de menor intensidad. De cualquier forma, el jugador deberá estar preparado jornada tras jornada para alcanzar un elevado rendimiento físico en el “peor de los escenarios posibles” demandado por la competición.
Para finalizar este post, me gustaría citar un interesante tweet que un compañero de profesión (al que os recomiendo seguir @DavidGJoyce) publicó no hace mucho, y que reproduzco a continuación:
“There is a world of difference between being ‘Fit to Play’ and being ‘Fit to Perform’. It’s the difference between surviving and thriving”
Desde mi punto de vista, la segunda opción es la más complicada pero la más interesante, y por eso creo que como especialistas en rendimiento físico, esa debe ser nuestra obligación y nuestra preocupación. Al menos, ¡esta es mi opinión!
¡Un abrazo fuerte amigos!
Referencias.
Barbero-Alvarez, J. C., Boullosa, D., Nakamura, F. Y., Andrin, G., & Weston, M. (2014). Repeated Acceleration Ability (RAA): A New Concept with Reference to Top-Level Field and Assistant Soccer Referees. Asian J Sports Med, 5(1), 63-66.
Brink, M. S., Nederhof, E., Visscher, C., Schmikli, S. L., & Lemmink, K. A. (2010). Monitoring load, recovery, and performance in young elite soccer players. J Strength Cond Res, 24(3), 597-603. doi: 10.1519/JSC.0b013e3181c4d38b
Buchheit, M., Mendez-villanueva, A., Simpson, B. M., & Bourdon, P. C. (2010). Repeated-sprint sequences during youth soccer matches. Int J Sports Med, 31(10), 709-716. doi: 10.1055/s-0030-1261897
Castellano, J., Blanco-Villasenor, A., & Alvarez, D. (2011). Contextual variables and time-motion analysis in soccer. Int J Sports Med, 32(6), 415-421. Helgerud, J., Engen, L. C., Wisloff, U., & Hoff, J. (2001). Aerobic endurance training improves soccer performance. Med Sci Sports Exerc, 33(11), 1925-1931.
Di Salvo, V., Baron, R., Gonzalez-Haro, C., Gormasz, C., Pigozzi, F., & Bachl, N. (2010). Sprinting analysis of elite soccer players during European Champions League and UEFA Cup matches. J Sports Sci, 28(14), 1489-1494.
Di Salvo, V., Baron, R., Tschan, H., Calderon Montero, F. J., Bachl, N., & Pigozzi, F. (2007). Performance characteristics according to playing position in elite soccer. Int J Sports Med, 28(3), 222-227.
Impellizzeri, F. M., Marcora, S. M., Castagna, C., Reilly, T., Sassi, A., Iaia, F. M., & Rampinini, E. (2006). Physiological and performance effects of generic versus specific aerobic training in soccer players. Int J Sports Med, 27(6), 483-492.
Impellizzeri, F. M., Rampinini, E., Coutts, A. J., Sassi, A., & Marcora, S. M. (2004). Use of RPE-based training load in soccer. Med Sci Sports Exerc, 36(6), 1042-1047.
McLean, B. D., Coutts, A. J., Kelly, V., McGuigan, M. R., & Cormack, S. J. (2010). Neuromuscular, endocrine, and perceptual fatigue responses during different length between-match microcycles in professional rugby league players. Int J Sports Physiol Perform, 5(3), 367-383.
Suarez-Arrones, L., Torreno, N., Requena, B., Saez de Villarreal, E., Casamichana, D., Barbero-Alvarez, J. C., & Munguia-Izquierdo, D. (2014). Match-play activity profile in professional soccer players during official games and the relationship between external and internal load. J Sports Med Phys Fitness.
Brutal… como siempre!!!
Un abrazo y gracias por aportar tanto al deporte.
Muchísimas gracias por tus comentarios y por tu ayuda Fran.
Ánimo con la preparación de ese Ironman…. La meta está cerca!!
Un abrazo fuerte!!!
Grande amigo!!
Gracias por tus brillantes reflexiones y aportaciones.
(Cada día soy un poquito más fan tuyo)
UN ABRAZO!!
Muchísimas gracias por tu comentario Manu!! Todo un orgullo viniendo de un profesional de primer nivel como tu. Mucha suerte y un abrazo!!